Trescientos cincuenta proyectos de 77 municipios antioqueños, susceptibles de ser financiados a través del Plan Departamental de Agua y Saneamiento, fueron inscritos ayer en la audiencia pública consultiva de este sector, que se cumplió en el auditorio de Indeportes Antioquia.
La viceministra de Agua y Saneamiento Básico, Leyla Rojas Molano y el gobernador de Antioquia Luis Alfredo Ramos Botero, presidieron esta audiencia en la que participaron alcaldes, concejales, y representantes de gremios, instituciones académicas, empresas del sector de agua potable y saneamiento, asociaciones de usuarios y comunidad en general.
En total fueron radicados 140 proyectos de acueducto, 79 de alcantarillado, 73 combinados de acueducto y alcantarillado, 50 de aseo y 8 de reforestación y conservación.
Hasta ahora se han inscrito municipios del departamento al Plan Departamental de Agua Potable y se espera que antes de la primera semana de noviembres ya sean 77 las administraciones municipales que se acojan a este programa, que busca ampliar la cobertura de agua potable y alcantarillado a cien cabeceras municipales de Antioquia.
El gobernador Luis Alfredo Ramos insistió a los municipios sobre la importancia de pertenecer a este plan porque así podrán acceder a una bolsa con aportes del Departamento, la Nación y los municipios a través de la pignoración del 60% de los recursos asignados por el Sistema General de Participaciones para estos rubros en durante 15 años.
martes, 20 de octubre de 2009
Plan de Agua recibe 350 propuestas
domingo, 11 de octubre de 2009
Herbin Hoyos saldrá de manera preventiva del país para proteger su vida
Hoyos indicó que no va "a abandonar el país por las amenazas, yo salgo preventivamente y como lo he hecho en otras oportunidades".
El reportero dijo que ésta es la sexta vez en la que se ve obligado a salir de Colombia, "pero igual yo sigo regresando y sigo realizando los programas".
El presidente Álvaro Uribe indicó que las autoridades frustraron un atentado de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) contra Hoyos, que también estuvo plagiado por ese grupo rebelde.
"Dieciocho años trabajando por la liberación de los secuestrados y el pago que le quiere dar el terrorismo es asesinarlo", dijo el jefe de Estado.
Uribe indicó que el reconocido periodista colombiano lo puso al tanto de los atentados "que por fortuna han fracasado en estos días del grupo narcoterrorista de las FARC contra él".
El periodista tuvo que huir el pasado jueves de un sitio en el norte de Bogotá donde hacía la presentación de una caravana de motos que lidera para mostrar el drama del secuestro, luego de ser alertado por las autoridades del plan en su contra.
"Estando en el parque de Usaquén recibí una llamada del jefe de seguridad de Caracol en la que me alerta de una situación de riesgo", dijo Hoyos, quien recordó que al salir del sitio en su motocicleta, sus escoltas, quienes iban en una camioneta, fueron embestidos por un camión, pero él alcanzó a escapar, narró.
Hoyos alcanzó a huir en su motocicleta hacia un lugar seguro, donde lo contactaron miembros de inteligencia militar que le confirmaron el plan de las FARC para asesinarlo.
El director del programa Las voces del Secuestro agregó que no es la primera vez que los rebeldes planean asesinarlo, pues en por lo menos otras dos ocasiones se han detectado planes contra su vida.
"La mitad de mi familia está afuera por esas amenazas y ahora me toca sacar a la otra mitad", subrayó.
"Hace dos meses tuve que sacar a mi hermano del país, lo iban a secuestrar en Pitalito (Huila), una orden de Fabián Ramírez, según tenemos los informes de inteligencia. A mis padres también tuve que sacarlos".
Uribe, por su parte, indicó que la fuerza pública incrementó las medidas de seguridad al director del programa Las voces del Secuestro de Caracol Radio, a través del cual aboga por el fin del secuestro en Colombia.
"Además de la fuerza pública de Colombia, que le está dando toda la protección, todos los colombianos lo tenemos que rodear porque él es un noble luchador por la libertad de los seres humanos", añadió Uribe.
Piedad Córdoba dice que proceso de paz no es posible en este momento
La senadora Piedad Córdoba disminuyó el domingo la posibilidad del proceso de paz en Colombia, donde además hay "muchas dificultades" para un intercambio humanitario" de secuestrados por el grupo de las Farc.
Córdoba, quien estuvo este año nominada al premio Nobel de la Paz que finalmente logró el presidente estadounidense, Barack Obama, dijo a periodistas en Santo Domingo que en este momento" no hay alguna posibilidad" de que se lleve a cabo en su país un proceso de paz.
" El proceso de paz no es posible en este momento en el país, porque es una decisión política del Gobierno" del presidente , Álvaro Uribe, subrayó la legisladora, tras participar en la inauguración de la reunión plenaria de la Conferencia Permanente de Partidos Políticos de América Latina y el Caribe (COPPPAL).
Córdoba, que insistió en una salida política y negociada al conflicto interno que se vive en su país, habló, además, de las " dificultades" en Colombia para concretar un intercambio de secuestrados por subversivos encarcelados.
Sobre el anuncio del grupo de las Farc de que le entregarán de manera unilateral un cabo, un soldado y los restos mortales de un capitán de la Policía muerto en cautiverio en 2006, Córdoba dijo que están "esperando a que el Gobierno diga cuál es el paso a seguir".
La senadora liberal expresó el pasado viernes en su país que antes de diciembre podría concretarse un intercambio de cautivos por guerrilleros encarcelados y sólo falta definir el lugar y el garante del acuerdo.
El grupo de las Farc tiene en su poder a 23 policías y militares (24 según el Gobierno) que quieren canjear por medio millar de sus presos en cárceles de Colombia y Estados Unidos, responsables de actos terroristas y actividades de narcotráfico.
viernes, 2 de octubre de 2009
Mercedes Sosa se encuentra en grave estado de salud
Su grave estado de salud le impidió lanzar el álbum “Doble Cantora” que compartió con Shakira, Joan Manuel Serrat, Gustavo Cerati, Charly García, Calle 13, Joaquín Sabina, Luis Alberto Spinetta, y Caetano Veloso.
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Mercedes Sosa se encuentra en grave estado de salud
Su grave estado de salud le impidió lanzar el álbum “Doble Cantora” que compartió con Shakira, Joan Manuel Serrat, Gustavo Cerati, Charly García, Calle 13, Joaquín Sabina, Luis Alberto Spinetta, y Caetano Veloso.
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lunes, 28 de septiembre de 2009
¿Por qué se cae el cabello?
La pérdida de cabello moderada es normal. Si se trata de entre 50 y 100 cabellos diarios no hay motivo para preocuparse, pues estos son renovados diariamente.
Existen dos tipos de caída, la que se presenta de forma repentina y hace que se pierda el pelo de casi toda la cabellera. Esta es causada por el estrés, el uso de productos agresivos (algunos químicos de los tintes pueden ser nocivos), el abuso del secador, una alimentación desbalanceada y la edad.
La otra razón a la que se le atribuye la pérdida de cabello es a los cambios hormonales que presentan con más frecuencia los hombres.
¿Cómo prevenirlo?
Masajes capilares la clave. Se pueden realizar movimientos circulares suaves y presiones por sobre el cuero cabelludo, desde la base del cuello hasta el frente.
No usar productos anti caída en todo el año, sólo cuando se presenten los problemas.
Usar esporádicamente complementos fortalecedores del cabello.
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Julia Roberts custodiada con palos de bambú
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miércoles, 23 de septiembre de 2009
A los payasos de un circo, les robaron hasta la risa
No fue por arte de magia ni por un truco de ilusión. Una docena de hombres armados sorprendieron a trapecistas, domadores y payasos del circo “El Triunfo” cuando se fue la luz, instantes después de la última función.
Se robaron los 300 mil pesos producto de ahorros y la venta de taquilla, pero no conformes, se llevaron pelucas, maquillajes, disfraces y todo lo que usan los artistas para hacer reír a los niños.
Ahora habrá que hacer malabares para que continúe la función mientras la Policía encuentra a la pandilla que literalmente le robo el show al circo urbano del sur de Cartagena.
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Colombia se ubica en el puesto 52 del índice global de competitividad
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domingo, 20 de septiembre de 2009
Todo lo que pasa en un quirófano
Se trata de un cadáver que respira. Sus padres ya autorizaron que, antes de desconectarlo de la máquina que le infla los pulmones, le extraigan los órganos, el corazón, los riñones, el hígado. Es una mujer joven, una chica que quizás no tenga más de veinte años. El médico cirujano Sergio Hoyos está familiarizado con la escena: alguien sale de su casa en la mañana, la ropa impecable, las mejillas y el cuello perfumados, el cabello al viento, las gafas que le hacen juego al bolso, los zapatos nuevos, la vida entera esperando intacta, recién estrenada, y de pronto, en el tiempo que dura un parpadeo, nada, o todo, según se vea. Es más que una ironía: una madre lleva semanas rezando por un hígado para un hijo moribundo, el teléfono al fin suena. Buenas noticias: apareció una donante. Sergio Hoyos escinde los tendones y vasos y arterias de los órganos de la joven, entonces recuerda que la esperanza de una persona también es el abatimiento de alguien más y que la noticia que celebran en una casa es la misma que lamentan en otra. ¿Injusto? El cirujano hace su trabajo en silencio, las manos hábiles descifran las entrañas, cortan aquí, ligan allá, presionan, sostienen, liberan. Los órganos se empacan como piezas de museo que valen una vida. En alguna parte, en extremos de la ciudad, otros cirujanos son alertados, todos corren. A lo sumo, escindidos del cuerpo, un hígado, un corazón, un riñón, apenas duran la fracción de un día, después de eso, siete, ocho horas, las células engañadas con frío parecen descubrir que ya no están dentro de un ser humano y mueren sin remedio.Sergio Hoyos permanece sentado en un puesto de control de enfermeras en el pabellón de cirugía del Pablo Tobón Uribe, en el noroccidente de Medellín, quizás el hospital con la unidad de cirugía más moderna del país. Se trata de una suerte de plataforma espacial, o eso me parece, con el aspecto interior que tienen las naves de las películas, todo impecable, en ningún lugar palancas o manijas para asir, solo botones que reaccionan al tacto, a la voz, al calor. Las puertas se abren y se cierran con sensores de movimiento, el aire que todos respiran llega a través de un complejo sistema de purificación y las bolsas de sangre que urgen los pacientes viajan a toda velocidad en un sistema de vacío similar al de los cajeros electrónicos. En total hay trece quirófanos inteligentes, una tecnología que cuesta lo mismo que un avión de pasajeros. Aquí y allá hay paneles digitales interconectados de tal forma que, por ejemplo, mientras un grupo de especialistas reconstruye el corazón de una mujer, puede preguntarle algo a sus compañeros en el quirófano de al lado o, sin necesidad de soltar el bisturí, mostrarle la disposición de una arteria a un investigador vascular en alguna universidad de Europa, todo simultáneo, en imágenes de alta definición. Nadie moriría aquí si no fuera porque, en todo caso, a pesar de la perfección de las máquinas, los médicos siguen siendo hombres y mujeres. La lista de operaciones del día incluye un par de bypass gástricos, una cirugía de tiroides, el implante de una rodilla de plástico, una eliminación de hernia cervical, la amputación de un par de dedos, la revisión de un intestino grueso que se sospecha con tumores, la limpieza de la caja torácica de un niño invadido por flema, la reconstrucción de un seno extirpado a una mujer con cáncer, casi cuarenta operaciones en un turno de doce horas, pero es posible que sean más. A veces llegan personas con disparos, puñaladas, golpes de bate, la sangre corriendo a borbotones.*** Toda la ropa que nos pusimos esta mañana debió quedarse en un casillero afuera, más allá del umbral donde los microbios y los seres humanos compartimos el mundo. La única prenda que aún conservamos es la ropa interior. Aquí adentro, en este ambiente artificial, todos son expedicionarios, yo apenas un turista: llevamos traje verde, camisa, pantalón, encima una bata azul, gorro de amarrar, guantes, tapabocas, funda para los zapatos. Antes, cada quien debió lavarse las uñas con jabón quirúrgico, los dedos, las palmas de las manos, las muñecas, los brazos, los codos, en ese orden, primero una vez, después otra vez, el agua corre amarilla. El anestesiólogo Ricardo Toro digita claves de acceso en una pantalla, a un lado de la mesa donde acaban de acostar a un niño. La secuencia de números le permite acceder a su historia clínica, el peso, la talla, los posibles cuadros alérgicos, el diagnóstico previo, la ruta completa de la operación. Se llama Jesús David, tiene siete años, 25 kilos, un metro de estatura, el pecho inundado de flema, está consciente, aprieta las manos, intenta decir algo, tose, se le oyen burbujas. Lleva una piyama de osos que juegan fútbol, llama a su mamá, parece que va a llorar. Toro le pone tres electrodos sobre la piel, uno en el brazo, dos en el pecho, son terminales para medir sus pulsaciones, la respiración, la presión arterial. Una de las tres enfermeras que acompañará la operación le dice que se calme, que nada le harán. El niño, por supuesto, no le cree. Sobre él hay tres lámparas enormes en forma de disco; al lado, torres de metal con conexiones que titilan y suenan. Otra mujer alista agujas, un catéter, pinzas, llaves, sondas, un punzón, bisturíes. El pequeño oye el ruido de herramientas, abre los ojos, de nuevo las burbujas en el pecho, parece una sopa que hierve. Finalmente, Ricardo Toro le pone una mascarilla que le cubre la nariz y la boca, pasan cinco segundos. Duerme.Si una operación, en efecto, es como un viaje, la salida y la llegada pueden resultar los momentos más críticos. Los encargados de lograrlo son los anestesiólogos y un fallo suyo, de apenas un miligramo, puede convertirse en una fatalidad. A veces, el trance de dormir a un paciente llega a ser más riesgoso que la misma operación y, solo por eso, algunos enfermos deben soportar sus padecimientos sin la oportunidad de ir al quirófano. No es el caso de Jesús David, por suerte. Las líneas en las pantallas indican que todo marcha bien. Le abren la boca y le meten un tubo que lo proveerá de oxígeno mientras le drenan el pecho. Sacar el líquido será solo una parte. Lo desnudan, le ponen esparadrapo en los ojos cerrados y en el cuello, alrededor de la vena aorta donde acaban de clavarle un catéter por si urge la necesidad de inyectarle sangre. Una enfermera lo limpia con yodo, enseguida lo acuestan de lado y lo cubren con sábanas, una, dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete, ocho, nueve sábanas en distintas direcciones. La única piel expuesta es la que cortará el bisturí. El pequeño parece una ofrenda para un dios pagano. Llaman al especialista.Francisco Mejía tiene 38 años y es cirujano infantil, una suerte de malabarista de objetos diminutos. Él y el anestesiólogo hablan cosas en ese lenguaje médico de palabras irrepetibles. Todavía dice algo mientras pasa el bisturí por entre las costillas, luego clava un punzón hasta hacer un orificio del tamaño de una moneda, empuja, incrusta un tubo, después una cámara de video. Las vísceras del niño ahora son una exhibición a color en dos pantallas. La sopa que lo ahoga está por todos lados, afuera de los pulmones, en la caja torácica, debajo del esternón, de nuevo una incisión y otro orificio, por allí insertan una manguera conectada a una aspiradora. El líquido al fin fluye hasta un recipiente de vidrio, casi 320 mililitros, lo mismo que una botella de Coca-Cola. La madre espera más allá de los muros impecables. Se llama Blanca Inés. Lleva una camisa de rayas, sin mangas, el cabello recogido, las mejillas rojas, los ojos tristes, las manos temblorosas. En un par de horas hablaré con ella y me dirá que vive en el barrio Carambolas, en el extremo nororiental de Medellín, que su hijo es único porque no tiene más y que la otra noche le dijo a dios, con toda franqueza, sin andarse con miedos ni rodeos, que lo salvara o que ella también se moría. En el quirófano suena una alarma. Es un pito agudo, intermitente: algo pasa con Jesús David. El drenaje se suspende.***Sergio Hoyos todavía no cumple 44 años y sin embargo, pese a su juventud, hace parte de un reducido grupo de cirujanos expertos en la inmensidad del hígado, esa víscera que desinfecta la sangre y es órgano y glándula a la vez, que ayuda a digerir los alimentos y almacena energía para cuando el cuerpo la necesita, "una pieza sin la que nadie puede vivir —dice él—: porque, por ejemplo, algunos sí lo hacen sin cerebro", y se ríe. El aire a su alrededor no huele a nada. Hoyos es delgado, alto, parece que se rasuró esta mañana, tiene la apariencia de alguien cualquiera, pero no lo es, claro. Media vida después de graduarse de médico, luego de cirujano, luego de magíster en trasplantes, luego de especialista del hígado, su conocimiento es patrimonio de todos y en la calle, propongo, los científicos como él deberían vestir algún tipo de escafandra para que nada malo les ocurra, nada, en este bendito país nuestro de balaceras porque sí. Hace cinco minutos terminó de operar a un hombre de 54 años con una estenosis biliar, un estrechamiento del conductor colédoco, el tubo que lleva la bilis desde el hígado hasta el intestino delgado. Por padecimientos como ese, hace años, la gente se enfermaba hasta morir. Ya no. Ahora Hoyos puede conectar el hígado de una persona en otra, así no más, después de un esfuerzo que en promedio le toma nueve horas, a veces trece. Esa es, de todas las operaciones posibles, la que más esconde trampas y riesgos. Pero ¿qué pasa cuando, pese a todos los esfuerzos, el conocimiento, la experiencia y las máquinas, la muerte se aparece en el quirófano y hace lo que le viene en gana?El último paciente que se le murió en cirugía a Sergio Hoyos fue una anciana, a Francisco Mejía una niña de cuatro años, a Ricardo Toro un hombre ya mayor, él no recuerda la edad. La orden es que los procedimientos de reanimación, antes de dar por muerta a una persona, se prolonguen 45 minutos, lo mismo que dura medio partido de fútbol, pero la muerte también sabe jugar y a veces se ensaña, corre, salta, muerde, pega, jala, gana. Nadie lleva el marcador de los reveses. Lo más difícil, admiten los médicos, es salir del quirófano y presentarse ante los familiares para decirles que la madre, el abuelo, el hermano, la hija falleció, que hicieron lo posible, que la vida, en fin, es así, que lo sienten. No existen manuales para eso, admite Hoyos. En un quirófano contiguo, justo ahora, le retiran un carcinoma a una mujer de 50 años. Aunque todo marcha bien, todos aquí saben que la vida pende de hilos muy delgados. Nadie se confía. Enfermeras y médicos siguen el parpadeo de los monitores. Eso hacen las computadoras, se supone: inspeccionan el grosor de esas hebras que sustentan la vida y que nadie sabe cómo, de dónde permanecen amarradas.La enfermera Diana Betancur recuerda a una niña de diez años que llegó apuñalada, al parecer por el padrastro, dos cuchilladas en la base de la espalda, los riñones perforados. Lucharon varias horas, nada lograron. "Cuando se muere un paciente, sobre todo si es un niño, uno no quiere saber nada de medicina", dice un anestesiólogo y confiesa que todos, alguna vez, han llorado en el quirófano al lado de un cuerpo fallecido. Diana tiene ojos juguetones y una risa de concurso, lleva corazones de plata en las orejas. Otras veces también le pudo el llanto.Al Pablo Tobón Uribe llegan con frecuencia soldados heridos por minas explosivas, de esas con las que los guerrilleros brutos insisten libertarnos. Era un chico de 19 años, despertó de la anestesia. Le preguntó a Diana si le habían cortado la pierna, le contó una historia oída muchas veces: que era campesino, el mayor de una familia campesina, que se fue al ejército porque soñaba darle una casa a su mamá y a sus hermanos. "Gracias a dios me queda un pie todavía, puedo trabajar", dijo resignado. La enfermera ya sabía que estaban preparando el quirófano antes de sedarlo de nuevo y amputarle la otra pierna. "No fui capaz de decirle nada. Después se volvió a dormir".
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